Cualquiera que en su infancia haya tenido en sus manos una caja de música por primera vez recordará la fascinación que ese precioso objeto de precisa maquinaria ejercía sobre la imaginación. El misterio formaba parte de esa combinación entre la hipnótica melodía, la muñeca que giraba y el espejo que multiplicaba la escena dándole más trascendencia.

Este es el planteamiento que la compañía sevillana La Calabaza Danza-Teatro materializa en un montaje en el que el continente se convierte en un protagonista más, tal como desvela Margarita, la niña que nos cuenta la insólita historia de su bisabuela y el Zar de Rusia, que le regaló una Caja de Música gigante.

El público descubre enseguida el mágico contenido de la caja: una bella bailarina que da vueltas en un habitáculo rodeado de espejos, trampantojos y puertas ocultas, de las que van saliendo diferentes personajes. Las danzarinas inician entonces un viaje por las estaciones del año, adaptando a cada paisaje su coreografía: contemporánea y tenue para el otoño y el invierno, española y alegre para la primavera y el verano.

La cuidada selección musical y los efectos ópticos que sirven de decorado consiguen imprimir un excelente ritmo a esta bella alegoría sobre el paso del tiempo.

En poco más media hora y en un espectáculo para toda la familia, La Calabaza consigue engranar danza, teatro y sobre todo, fantasía, con la precisión suiza de esas cajas de música que siempre resultan mágicas a los ojos de los niños.