El caso de las petunias pisoteadas
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La atractiva joven Dorothy Simple habita, como muchos de nosotros, una prisión de muros invisibles. Es la cárcel de su conformismo, de sus costumbres y de su permanente observancia de las reglas. En su diminuta mercería, Dorothy se ha rodeado de cientos de petunias. Las flores y su fragilidad son el emblema de su tragedia. Ella es la flor que vive en un invernadero: a salvo del azar y de las inclemencias del tiempo, pero a costa de transformar esa seguridad en una jaula. Cómoda pero inerte. Tibia e incapaz de cualquier gran pasión. He aquí a una antiheroína que nos comparte su soledad, su miedo a vivir en un mundo que parece amable, pero que en el fondo es hostil y que la condena a la mediocridad. La tragedia de Dorothy es que aquello que la protege es lo mismo que la aisla del mundo y de los demás.
Como en la mayor parte del teatro breve de Tennesse Williams, “El caso de las petunias pisoteadas” nos muestra a un personaje en una situación límite y que, al borde del abismo, recibe la oportunidad de liberarse. El precio de esa libertad es simple, aunque su proceso no sea fácil: Dorothy debe destruir los tabúes que la sujetan y adquirir el carácter para lanzarse hacia lo que hay más allá del pueblo, en los parajes de la abandonada carretera 77, donde se dice que por la noche se reúnen desconocidos a bailar danzas paganas a la luz de la luna. La imaginación, lo fantástico, aparecen así como la opción para recuperar una verdadera vida. Siempre moviéndose entre la realidad y el sueño, en la obra aparece el representante de “Vida, Sociedad Ilimitada”, en abierta campaña contra las petunias, es decir, contra todas las trivialidades que nos mantienen en el conformismo. Por eso el personaje destruye las flores de Dorothy y termina conmoviéndola lo suficiente para que ella se decida, al fin, a remontar un nido que amenaza con convertirse en tumba. Propuesta y escenario.
El teatro de Tennesse Williams, en especial sus piezas cortas, propone un conflicto entre espacios cerrados y abiertos. Muchos de sus personajes comienzan enclaustrados, como Dorothy.
En esta ocasión la puesta en escena de la obra corrió a cargo de “Grupo Paracá Teatro”. El montaje es una adaptación de la obre de t.Williams, con dramaturgia totalmente original concebida para 6 alumnos de las Faculdades de Traducción y Letras Granada. Por orden de aparición: C.Osorno, F.Montoro, L.Quirantes, P.Lopez, B.Quintana, S.Abahaj. Idea/ Puesta en escena/ Diseño de luces-Escenografia/Coordinadora del grupo: Raïna M.Alfandary.