El ‘padre’ de su Tío Pepe
Bodeguero español, hijo del administrador de las rentas reales de las salinas de Sanlúcar, trabajó desde muy joven en la casa Lasanta de banca y comercio. Tras fallecer su padre en 1832, su familia quedó en una mala situación económica, por lo que se trasladaron a Sevilla para que todos los hermanos tuvieran la oportunidad de formarse asistiendo a la Universidad. Todos destacaron como magníficos estudiantes, excepto Manuel María, que finalmente acabaría teniendo la mejor carrera de todos: fundar la bodega jerezana de González Byass.
Tenía una fuerte personalidad y capacidad de convicción para los negocios por lo que, en 1835, decidió dedicarse al negocio del vino con algún dinero que tenía guardado, gracias a una embarcación de patatas que había llevado desde Huelva hasta Cádiz. Abrió en la céntrica calle Doña Blanca de Jerez, junto al mercado, un discreto almacén de vinos que exportaría ese año hasta diez botas. En 1837, contrajo matrimonio con Victoria de Soto y Lavaggi, hija de un importante comerciante indiano asentado en Cádiz.
Fueron pasando los años y el negocio asumió un crecimiento moderado, que le permitiría comprar la viña de San Antonio, así como una amplia extensión de terreno al suroeste del municipio jerezano. Allí fue construyendo nuevos cascos bodegueros, tales como el de La Constancia y el de Los Apóstoles. En 1855, el comerciante inglés Robert Blake Byass se asoció al sanluqueño; la empresa siguió en ascenso hasta convertirse en la más importante de Jerez. En 1862, la Reina Isabel II visitó Jerez, presenciando una pisa de uva en las bodegas. Este hecho permitió aumentar más si cabe el prestigio tanto personal como industrial de la compañía. Seis años más tarde, participaron en la Exposición Internacional de Viena, donde los vinos de González Byass acapararon todas las atenciones.
En 1877, otro monarca visitaría las bodegas: el Rey Alfonso XIII. Manuel María fue diputado de las Cortes por Sanlúcar de Barrameda. Era un hombre amable y admirado por todos, que siempre trataba de atender y ayudar a todo el que acudía a buscar trabajo. Fue pionero en numerosas medidas sociales, algunas de ellas innovadoras para la época, como la creación de una escuela para los hijos de sus trabajadores, la contratación de un médico para la asistencia sanitaria de su plantilla, la constitución de un fondo de pensiones de jubilación, viudedad y orfandad, y las primeras pagas extraordinarias de Navidad que se conocieron en España.
De salud endeble, llegó a vivir hasta los setenta y cinco años, falleciendo el día de Reyes de 1887. El Ayuntamiento de Jerez reconoció sus méritos dedicándole una lápida en el Salón de Sesiones. También rotuló una calle con su nombre en el lugar donde se encontraban sus bodegas.