El metafísico sevillano
Destacado poeta y crítico literario español, miembro de la Generación del 27. Su educación fue rígida e intransigente, propia del origen militar de su padre. A la edad de nueve años, movido por el traslado de los restos de Bécquer desde Madrid a Sevilla, comenzó a leer poesía y a escribir a algunos versos. En 1919, ingresa en la Universidad de Sevilla para estudiar derecho, teniendo como profesor a Pedro Salinas, que le ayudaría en sus primeras publicaciones.
En 1923, abandona la Universidad e ingresa en el Regimiento de Caballería de Sevilla. Finalmente, terminaría la carrera tres años más tarde. Cernuda asistiría a diferentes tertulias literarias organizadas por Salinas junto a compañeros como Joaquín Romero Murube, donde se leían a clásicos españoles y autores franceses. Publicó sus primeros poemas en la Revista de Occidente. En 1926, viajó a Madrid y colaboró en publicaciones como Mediodía o Litoral, una revista creada por el malagueño Manuel Altolaguirre, con quien tendría una muy buena amistad. Sus influencias surrealistas vinieron de la mano de autores como Pierre Reverdy y Paul Éluard, a quien traduciría más tarde.
Su primer libro, ‘Perfil del aire’, recibió una mayoría de críticas desfavorables. En 1927, asistiría como oyente a los actos celebrados en el Ateneo de Sevilla con motivo del tercer centenario de la muerte de Góngora, de donde surgió la Generación del 27. Un año más tarde, abandona definitivamente Sevilla y marcha a Madrid para viajar posteriormente a Tolouse y París. Su amor por el actor gallego Serafín Fernández Cerro inspiraría sus obras ‘Donde habite el olvido’ y ‘Los placeres prohibidos’. A principios de los años treinta, recorrería los pueblos de Castilla y Andalucía con el proyecto de las Misiones Pedagógicas. Poco antes del estallido de la Guerra Civil, publicó la primera edición de su obra poética completa hasta entonces: ‘La realidad y el deseo’.
En 1938, parte a Reino Unido como conferenciante, donde conocerá a Rafael Martínez Nadal, uno de sus principales estudiosos. Durante la década de los cuarenta, trabajará en varias universidades inglesas como lector de español. Su exilio norteamericano se inició en 1947; allí enseñó literatura en un colegio femenino de Massachusetts hasta 1952. Serían continuos sus viajes a México, donde podía hablar español, fruto de la nostalgia de regresar a su tierra. Tras dar varias conferencias en Cuba, se instala definitivamente en México. Allí se reencontrará con viejos amigos como Octavio Paz, Manuel Altolaguirre y Concha Méndez.
Su figura poética será reivindicada en la España de los cincuenta gracias a un grupo de poetas cordobeses: el grupo Cántico. En 1956, empezó a escribir los primeros poemas de ‘Desolación de la quimera’ y ‘Poemas para un cuerpo’. También publicará en México su biografía literaria, ‘Historia de un libro’. Durante sus últimos años de vida, publicaría sendos ensayos y daría algunos cursos y conferencias en San Francisco y Los Ángeles. El 5 de noviembre de 1963, fallece en México y es enterrado pocos días después en la sección española del Panteón Jardín.