El icono andaluz
Poeta, dramaturgo y prosista español, conocido por su destreza en muchas otras artes. Perteneciente a la Generación del 27, fue el autor de mayor influencia y popularidad de la literatura española del siglo XX. Como dramaturgo se le considera una de las cimas del teatro español de la última centuria, junto con Valle-Inclán y Buero Vallejo.
Sus primeros años transcurrieron en su pequeño pueblo granadino. Su primera vocación fue la música, estudiando guitarra y piano. Cursó sus estudios entre Almería y Granada y se licenció en filosofía y letras y derecho. En la universidad, entabló amistad con Manuel de Falla, quien le transmitió su amor por el folclore. En 1917, apareció su primera composición literaria en el Boletín del Centro Artístico de Granada, que tuvo por título ‘Fantasía simbólica’. En 1919, se instaló en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde conoció a personajes de diferentes artes como Juan Ramón Jiménez, Salvador Dalí o Luis Buñuel. Su primer libro, ‘Impresiones y paisajes’, bebió de la influencia del insigne sevillano Antonio Machado, al que conoció en uno de sus viajes a Baeza. Federico no solo se dedicó a la poesía, sino también a la música y al dibujo.
El reconocimiento y éxito de Lorca llegó en 1927, con la publicación del poemario ‘Canciones’ y la representación en Madrid del drama patriótico ‘Mariana Pineda’, basado en la vida de esta liberal granadina del siglo XIX. En 1924 termina el ‘Poema del cante jondo’, donde se percibe claramente su identificación con lo popular y su posterior estilización culta. Este estilo alcanzaría su madurez con el ‘Romancero gitano’, en 1928. Tras la popularidad alcanzada, Federico viaja a América, donde escribiría ‘Poeta en Nueva York’, un canto plagado de angustia, con tintes de denuncia social contra la civilización de la época. Las formas tradicionales y populares de sus anteriores obras desembocarían en visiones apocalípticas, con imágenes oníricas relacionadas con el surrealismo francés. Tras su estancia en Nueva York, se traslada a Cuba y, en 1930, regresa a Madrid.
De regreso a España, es nombrado director de la compañía teatral La Barraca en 1932, que se propuso llevar a los pueblos de Castilla el teatro clásico del Siglo de Oro. Los últimos años de su vida los dedicó al teatro, aunque con destacadas excepciones: ‘Diván del Tamarit’, inspirado en la poesía arábigo-andaluza, o ‘Llanto por Ignacio Sánchez Mejías’, elegía dedicada a su amigo torero donde combinaba la tradición popular con el surrealismo.
Fruto de esa mayor dedicación al teatro, nacen los tres grandes dramas rurales que componen la cima de su producción, situando a Lorca entre los grandes dramaturgos europeos del período: ‘Bodas de sangre’, de 1933; ‘Yerma’, de 1934; y ‘La casa de Bernarda Alba’, de 1936.
En julio de 1936, antes del inicio de la Guerra Civil, Federico abandona Madrid y se dirige a Granada para apartarse de la lucha armada. En su tierra, tuvo que refugiarse en la casa del poeta Luis Rosales, cuya familia era miembro de la Falange. Aunque en un primer momento lo protegieron, finalmente fue detenido por las fuerzas franquistas y fusilado dos días después en el barranco de Víznar, bajo acusaciones sobre su papel de poeta, librepensador y personaje susceptible de alterar el orden social por su homosexualidad. Su asesinato causó una enorme conmoción social, convirtiendo al poeta en el símbolo de la brutal intolerancia del fascismo en España.