
Sevillanía y tipismo
Compositor, pianista y director de orquesta español. Era hijo del también compositor Manuel Font Fernández de la Herranz, fundador de la Banda Municipal de Sevilla, y hermano de José Font de Anta, violinista y compositor. Sus primeras lecciones musicales fueron recibidas de la mano de su padre y de los maestros de capilla de la Catedral de Sevilla, Eduardo de Torres y Vicente Ripollés. También estudió composición con el gran Joaquín Turina. Posteriormente, se trasladó a Nueva York, donde continuó su formación con el profesor Jean Sibelius.
Como músico, está considerado como un autor de doble personalidad, ya que atiende a dos ámbitos musicales diferentes: el género popular y el religioso. En el primero, Font de Anta tiene a gala ser uno de los antecedentes del movimiento andalucista en la música popular española, que acabaría con el cuplé y que daría paso a la copla andaluza. Destacan piezas de variedades como ‘La torre de Sevilla’, con letra de los hermanos Álvarez Quintero y estrenada por Pastora Imperio, o ‘La guasa que tiene’, canción interpretada por la sevillana Amalia Molina. Muchos autores de la época colaboraron poniendo letra a sus melodías, tales como Salvador Valverde, Rafael de León o Manuel Susillo. Algunas de las coplas más sobresalientes de su repertorio fueron ‘La Cruz de Mayo’, escrita para Gracia de Triana, ‘Mantoncito de Manila’, para Concha Piquer, o ‘Tientos imperiales’, para Pastora Imperio.
En su faceta religiosa, destacan sobremanera sus marchas procesionales. Son especialmente recordadas las marchas fúnebres ‘Camino del Calvario’, ‘Soleá, dame la mano’ y ‘Amarguras’, considerada como himno oficioso de la Semana Santa de Sevilla. Por su parte, también compuso música de cámara como la pieza ‘Jesús del Gran Poder’ y piezas sinfónicas como ‘Impresiones aragonesas’ o ‘Perchel’. Asimismo, compuso varias zarzuelas, estrenadas en teatros madrileños durante los años veinte y comienzos de los treinta como el sainete ‘Las muertes de Lopillo’, con libreto de los hermanos Álvarez Quintero. También cabe destacar su afición a los ritmos latinos, recopilados a lo largo de su cargo como pianista y director de orquesta en diferentes países americanos y que influyeron en obras como ‘Cancionero americano’ o ‘Rapsodia americana’.
El resto de su vida, continuó escribiendo canciones para las cantantes más famosas de la época, como Raquel Meller, La Argentinita o La Goya. En 1929, compuso el pasodoble para la inauguración de la Plaza de España en la Exposición Iberoamericana de Sevilla. A pocos días del inicio de la Guerra Civil, fue asesinado por brigadistas republicanos en la capital madrileña.